Uno de los temas que planteamos en el debate sobre educación médica de Salud 2.0 Euskadi, fue la necesidad imperiosa de que las Universidades eduquen a sus alumnos en el correcto uso de las herramientas digitales en Medicina, para lograr que la eSalud sea segura.
La creación de normas de uso de las redes sociales (incluyendo aplicaciones de chat tipo Whatsapp) debería ser una prioridad para Hospitales y Facultades de Medicina. En algunas facultades, los alumnos ya firman un acuerdo general sobre el respeto a los derechos del paciente y a la confidencialidad. Sin embargo todavía no se informa específicamente sobre el uso de cámaras digitales o redes sociales dentro del ámbito de la Facultad de Medicina.
Aunque parece lógico pensar que las mismas normas que rigen la confidencialidad en la Vida Real™ son aplicables al Mundo Virtual™, no parece una conclusión tan clara a tenor de los reiterados errores de privacidad que cometen los alumnos.
Las normas sobre el uso de la Web 2.0 en Salud son un pilar esencial cuando se usan correctamente. Como proclamaban en Naked Security la profesionalidad médica en el ámbito digital no es algo que se deba enseñar una sola vez o dar por supuesta clavando unas normas en un tablón. La educación sobre cómo usar correctamente las redes sociales en medicina, respetando los derechos del paciente, debe ser una parte activa de la formación de los profesionales médicos del futuro.
No se trata, por supuesto, de prohibir el uso de herramientas tan útiles para el aprendizaje como Twitter, Facebook o las redes sanitarias. El objetivo debe ser que los futuros médicos sepan hacer un uso apropiado de los recursos digitales, dentro del obligado respeto al paciente. La AMA ya publicó en 2010 unas normas internas para el uso de redes sociales y se calcula que sólo un 10% de las facultades de Medicina en Estados Unidos tenía referencias directas a las redes sociales en su normativa.
Este hilo nace a raíz de uno de estos errores, cometido recientemente en Twitter:
La proliferación de los smartphones y cámaras digitales multiplica exponencialmente el riesgo de que se comentan estos atentados contra la deontología. Si bien la responsabilidad última es del estudiante, las facultades y hospitales no pueden considerarse exentas de culpa mientras no eduquen a sus alumnos en el uso correcto de las redes sociales durante sus prácticas.
En todo caso, los atentados a la privacidad no son sólo un problema de estudiantes. Gran parte de las presentaciones sobre casos clínicos que circulan en memorias USB sin cifrar contienen imágenes radiológicas digitalizadas y cargadas de metadatos que permitirían identificar al paciente sin muchos problemas.
Como solución a este último problema, los sistemas de visualización de imágenes radiológicas digitalizadas incluir una función que permita anonimizar las imágenes antes de exportarlas a una diapositiva o guardarlas en una memoria externa. Es lo que hace por ejemplo OsiriX, que además, es software libre y gratuito.
PD: lo más grave de este caso es que 20 horas después de su publicación, y pese a las reiteradas peticiones para que la usuaria retire la imagen, el tweet sigue accesible al público exponiendo el nombre y apellidos de un paciente con un tumor hipofisario. He intentado por todos los medios que sea imposible reconocer a ninguna de las personas implicadas, pero con 11 RTs y 6 favoritos, el daño ya está hecho. ¿Debería ponerme en contacto con el hospital para denunciar el hecho?
¡Vaya pasada de tuit!
ResponderEliminarComo comentamos en el taller de las jornadas, formación y concienciación son fundamentales.
Sobre el tuit en cuestión. Si la responsable de la cuenta no responde, quizás sería buena idea notificarlo al hospital para que intentara eliminar ese tuit (lo digo porque no pierdas tú más tiempo con esto, que el MIR es muy exigente).
Esperemos que poco a poco, cosas como ésta sólo queden para ilustrar las futuras clases de nuestros profesionales mientras se les enseña cómo hacer y cómo no hacer las cosas.
Una gran entrada, Aitor.
¡Ánimo con el MIR!
Un abrazo.
Bueno, ya he escrito al hospital visto que dos días después el contenido sigue siendo público y la alumna no responde a mis mensajes.
ResponderEliminarRealmente es un ejemplo grave, del que todavía no conozco réplica en España. Pero si los hospitales y facultades siguen ignorando la situación, o lo que es peor dejándola de lado conscientemente, tiempo al tiempo.
Ojalá tengas razón y en el menor tiempo posible este y otro tipo de fallos de seguridad no sean más que un hecho aislado.
Un abrazo y gracias, a por el MIR!
excelente articulo, mis felicitaciones, invito a todos los estudiantes de medicina a registrarse en tureddesalud.com como "Profesionales en Formación", alli tienen un espacio para devatir, publicar su experiencia e incluso buscar apoyo entre Uds mismos.
ResponderEliminarHola. Tienes mucha razón, es increíble la cantidad de información que se filtra. Empezando por el final: yo también vi ese tweet, y aluciné. Hace unas semanas hubo otro similar, también fue una alumna la que publicó una imagen con un tumor (me parece) y el nombre del paciente, pero después de pedirle que la quitaran, borró el tweet.
ResponderEliminarLo del Whatsapp también es para prestarle atención, porque es la aplicación de chat más extendida, y no cifra el envío de mensajes. Bajo una wifi pública, cualquier persona con suficientes conocimientos puede acceder a la conversación íntegra entre dos teléfonos.
Con tantos créditos inútiles que se dan hoy en día, podrían dedicar un rato a hablar de este tema.
ResponderEliminarEstupenda
entrada Aitor. El uso correcto de la información que se difunde en las redes
sociales constituye un elemento crítico en el sector sanitario en el que se
manejan datos personales que pueden colisionar con las normativas de
confidencialidad y privacidad. El ejemplo que expones es muy claro, y ha habido
otros. Existe un problema generalizado de falta de conocimiento, no sólo entre
los alumnos sino también entre los profesionales sanitarios, sobre los límites
de la información que pueden hacer pública. Como señalas, sería muy oportuno
abordar esta cuestión ya en el pregrado, aunque es precisa también una
formación médica continuada que dé respuesta a las dudas de los profesionales
que se inician en la comunicación online. Puede plantearse un debate respecto a
qué perfil de actividad debe tener un médico en las redes sociales generalistas
y si, por ejemplo, convendría limitar cierto tipo de información a las
comunidades profesionales, cerradas y seguras. Lo que está claro, es que, como
dices, estas plataformas aportan grandes ventajas como herramientas de
información, formación y aprendizaje. Su mala utilización no debería empañar
este valor añadido. Otro aspecto a tener en cuenta es que el desconocimiento no
es exclusivo de los profesionales: hay ejemplos notables de pacientes que han
compartido públicamente información de su historia clínica en los perfiles
sociales de médicos con intención de plantearles una consulta online. La
formación en el uso adecuado de los recursos digitales debe ser global!