Qué pasa si mezclamos cirugía bariátrica -para adelgazar-, un detector de alimentos, un generador de saciedad y control vía Wi-Fi. Los ingredientes perfectos para uno de esos inventos médicos que tanto nos gusta reseñar en este blog, para tratar una de las patologías con -irónicamente- mayor crecimiento en el mundo; la obesidad.
La obesidad y los cambios en el estilo de vida se perfilan como principales culpables de que por primera vez en la Historia, las generaciones futuras vayan a tener una esperanza de vida menor que la de sus padres. Da igual cuánto hayamos invertido en Sanidad, los logros de las grandes campañas de vacunación, la prevención, la Salud Pública. Parece que en los próximos años la esperanza de vida también entrará en crisis.
Por la combinación de todo ello, la industria farmacéutica y la tecnológica, no han cesado en su empeño para encontrar en tratamiento más eficaz contra la obesidad. La última apuesta viene en forma de pequeño marcapasos gástrico que regula la saciedad y las calorías ingeridas y es controlado a través de un sistema informático al que se conecta vía usando una señal Wi-Fi.
Alejandra ha sido la primera paciente que ha sido intervenida para implantarle este sistema y nos cuenta la experiencia a través de su blog. Por el momento parece que el dispositivo evita determinados efectos secundarios que sí tienen otras técnicas bariátricas ya que a diferencia de éste, sí alteran la morfología del estómago. Por otra parte los creadores aseguran que tiene menor morbilidad, reduciendo las complicaciones postquirúrgicas.
El funcionamiento del dispositivo es sencillo. Mediante una sonda que atraviesa la pared del estómago en la zona superior, el detector manda una señal al marcapasos que estimula la pared gástrica para producir artificialmente sensación de saciedad. Además, gracias al control informático, se pueden regular la intensidad de la señal, la cantidad de calorías de la dieta en función de la actividad física y el porcentaje de peso que se desea perder.
Manuel Serrano, jefe de la unidad que ha realizado la intervención lo define así:
"En realidad, se trata de un programa informático. Hay que programar el estimulador para que el paciente cuando ingiera alimentos tenga la sensación de haber comido un pollo y un plato de macarrones"
El objetivo es perder un 35-40% del exceso de peso inicial en un año, pero por supuesto la voluntad del paciente es la que determina en última instancia la efectividad de la intervención. Con unos hábitos de ejercicio y alimentación adecuados, la experiencia en países como Francia o Alemania está siendo muy satisfactoria. Está por ver su eficacia a largo plazo y lo más importante en nuestro sistema de salud, la eficiencia.
Las cuestiones que vuelven a plantearse son de carácter bioético y social ¿Puede hacerse cargo de esta técnica la Seguridad Social? ¿Qué pacientes deberían ser candidatos? ¿Estamos sustituyendo la fuerza de voluntad el ejercicio y la dieta sana por tecnología sanitaria? ¿Estamos, ahora que ya la hemos medicalizado, tecnicalizando la obesidad?
Por cierto, si no mencionamos al centro donde se ha realizado esta intervención no es por que tengamos nada contra la empresa, más bien por el spam al que ha sido sometido nuestro email por parte de sus relaciones públicas durante los últimos días. Podéis tomarlo como una pequeña venganza, en cualquier caso a quien quiera saberlo no le costará mucho encontrarlo googleando un poco.