En los EE.UU. las alarmas sociales van por rachas, ayer eran las armas de destrucción masiva, hoy los cacahuetes son el terror de los institutos.
Por lo visto hace poco un cacahuete cayó al suelo en un autobús escolar, la reacción ante semejante tragedia fue inmediata. Se ordenó la evacuación del vehículo y la descontaminación del mismo por temor a que el accidentado fruto pudiera ocasionar daños irreparables a los pasajeros de 10 años. "¿No hubiera sido más fácil, dado que no eran ya niños de dos años, decirles que no se comen las cosas del suelo?" Esa es la pregunta que se hace Nicholas Christakis, profesor de sociología médica.
[De Carol Esther en Flickr bajo CC]
El profesor Christakis ha escrito recientemente sus reflexiones en el BMJ.
Cientos de instituciones educativas a lo largo y ancho del mundo se han declarado "libres de cacahuetes y nueces", esto significa que ni sirven ni permiten la entrada en sus aulas de estos frutos secos o derivados.
Los defensores de estas medidas argumentan que los niños son capaces presentar reacciones alérgicas graves incluso a causa de trazas que se dispersen por el aire o por las grasas derivadas de estos cacahuetes que pueden ser difíciles de eliminar con productos de limpieza convencionales.
Sin embargo esta reacción parece desmesurada ante la magnitud real del problema y no existe ningún tipo de evidencia sobre los posibles beneficios derivados de estas prácticas costosas y molestas. Pero es que además las cosas empeoran.
Hoy en día 3,3 millones de estadounidenses son alérgicos a las nueces. Anualmente 150 personas mueren a causa de cualquiera de las posibles alergias alimenticias.
Si comparamos estas cifras con las 10.000 hospitalizaciones anuales debidas a traumatismos craneo-encefálicos causados en niños durante eventos deportivos o los 2.000 que se ahogan cada año o incluso los 1.300 fallecidos por armas fuego; queda patente cómo de importante es alejar a los niños de la mantequilla de cacahuete
Lo incuestionable es que hay cierta cantidad de niños que padecen reacciones alérgicas severas que pueden derivar en su muerte. Por ello, las medidas deben estar centradas en facilitarles una calidad de vida igual a la del resto de sus compañeros. La clave está en conocer el origen de estas reacciones extremas y saber cómo actuar frente a ellas.
La solución no está en promover una alarma social que genera una Enfermedad Psicogénica de Masas -histeria colectiva.-
Las alergias son un mal funcionamiento del sistema inmune que reconoce como peligroso algo que no lo es (en este caso un cacahuete) y responde atacándolo. Claro que si hemos ingerido una gran cantidad de cacahuetes y somos alérgicos a los frutos secos, la respuesta de nuestro cuerpo será desmesurada y comenzará a matar moscas a cañonazos, sin darse cuenta de que nos está produciendo un daño mayor. En los niños esta respuesta es aún más salvaje y con pequeñas cantidades de cacahuetes pueden tener reacciones muy violentas.
Pero no hay que confundir alergias con suciedad o hábitos insanos, de hecho se sabe que en ciertas ocasiones es al contrario. Un exceso de limpieza en el desarrollo del niño puede hacer que su sistema inmune deje de 'ver' como normales ciertas partículas que en realidad sí lo son. De este modo, cuando el niño entra en contacto con las mismas su cuerpo las reconoce como algo peligroso dado que nunca antes las había encontrado.
"El ciclo de creciente ansiedad, medidas draconianas y aumento de la prevalencia de alergia a frutos secos debe cortarse. El tratamiento recomendado para la histeria colectiva se centra en la naturaleza social y psicológica de la epidemia."
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