Quienes nacimos pasados los 80's hemos sufrido, quien más quien menos, regañinas y reprimendas por pasar algún que otro rato matando marcianitos, y ahora resulta que dos estudios diferentes están utilizando estos videojuegos para avanzar en la investigación, el uno sobre el autismo y el otro sobre la agresividad.
Por una parte, Matthew Belmonte, profesor adjunto de Desarrollo Humano (Cornell U., NY), ha estado empleando una serie de videojuegos de ciencia ficción para descubrir patrones comunes tras las múltiples manifestaciones del autismo.
Su hipótesis, las teorías sociales y no sociales pueden ser unificadas y además, este método de estudio permitiría diferenciar los trastornos causados por el autismo propiamente dicho y por la ansiedad derivada del mismo ya que permite el análisis fuera del laboratorio. Y todo basándose en la rapidez con la que los jugadores interactúan con la historia.
En el Hospital Infantil de Boston, están empleando videojuegos similares para enseñar técnicas de autocontrol a adolescentes (generalmente varones) con temperamento agresivo. El jugador tiene que disparar contra naves alienígenas -lo cual es paradójicamente violento- al mismo tiempo que el juego mide su frecuencia cardíaca. De este modo, a mayor número de latidos por minuto la dificultad del matamarcianos aumenta; así el jugador debe poner en práctica los ejercicios de relajación que previamente ha aprendido. "Con suerte esa habilidad para ejercitar el control se acabará expandiendo a otras situaciones", Jason Kahn (coautor del estudio).
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