Si tuvieras que hacer un estudio sobre un medicamento y quisieras preguntar a los voluntarios sobre los posibles efectos adversos del mismo, ¿cómo lo harias?
Esa misma pregunta se hacen los investigadores cuando plantean un estudio y la verdad es que no es fácil elegir el método. Podríamos por ejemplo preguntar a los voluntarios directamente y sin más mediaciones: "¿ha notado usted algo raro?, ¿ha sentido alguna molestia?". Aunque también podríamos entregarles una lista con distintos síntomas para que marcasen aquellos que han manifestado.
Esta decisión podría parecer banal, si no fuera por lo que han descubierto en la Universidad de California y San Francisco, Stephen Bent y su equipo. En una comunicación breve aparecida en Annals of Internal Medicine, el grupo de investigadores se pregunta sobre cuál es el mejor método para preguntar a los pacientes sobre los efectos secundarios.
Se dividieron tres grupos y se les entrevistó de tres modos distintos, a los primeros se les preguntó si habían tenido algún problema médico, a los segundos si su actividad diaria se había visto entorpecida por algún problema médico y a los últimos se les dio una lista de síntomas ordenados anatómicamente.
El resultado, que mientras los dos primeros grupos un 14 y un 13% de pacientes comunicaron reacciones adversas, en el último se notificaron 238 acontecimientos adversos (77% de pacientes).
Esa misma pregunta se hacen los investigadores cuando plantean un estudio y la verdad es que no es fácil elegir el método. Podríamos por ejemplo preguntar a los voluntarios directamente y sin más mediaciones: "¿ha notado usted algo raro?, ¿ha sentido alguna molestia?". Aunque también podríamos entregarles una lista con distintos síntomas para que marcasen aquellos que han manifestado.
Esta decisión podría parecer banal, si no fuera por lo que han descubierto en la Universidad de California y San Francisco, Stephen Bent y su equipo. En una comunicación breve aparecida en Annals of Internal Medicine, el grupo de investigadores se pregunta sobre cuál es el mejor método para preguntar a los pacientes sobre los efectos secundarios.
Se dividieron tres grupos y se les entrevistó de tres modos distintos, a los primeros se les preguntó si habían tenido algún problema médico, a los segundos si su actividad diaria se había visto entorpecida por algún problema médico y a los últimos se les dio una lista de síntomas ordenados anatómicamente.
El resultado, que mientras los dos primeros grupos un 14 y un 13% de pacientes comunicaron reacciones adversas, en el último se notificaron 238 acontecimientos adversos (77% de pacientes).
Bueno, o los fármacos tienen más efectos secundarios que en principio los sujetos no consideran tan importantes como para fijarse en ellos; o los sujetos no estaban tan sanos como podría parececer antes de hacer la prueba; o el hecho de tener opciones estimula la hiponcondría. Tal vez sería interesante pasar el mismo test con opciones ANTES de la prueba.
ResponderEliminarPor cierto, me pica la curiosidad, ¿en el estudio se trató de confirmar al menos los signos que fueron marcados?