Hasta mediados del siglo XIX, los pacientes no sólo enfrentaban con nerviosismo las intervenciones quirúrgicas, si no aterrados y pávidos ¿Por qué era esto así? La aplicación de la anestesia no estaba todavía generalizada ni su desarrollo había alcanzado un estado que así lo permitiese, pese a que en la Antigüedad ya se usaron compuestos persiguiendo este fin.
La anestesia (del gr. ἀναισθησία, que significa "insensibilidad") se caracteriza por brindar hipnosis, amnesia, analgesia, relajación muscular y abolición de reflejos.
En 1842 el Dr. Crawford W. Long realizó la primera intervención aplicando éter etílico en la extirpación de un quiste cervical. Sin embargo, la primera aplicación pública fue llevada a cabo por el Cr. H. Wells tras observar la insensibilidad al dolor que presentaban aquellos que acudían a las reuniones del químico Gardner a inhalar óxido nitroso -el gas de la risa-, con fines puramente ociosos.
Los anestésicos llevaban al paciente a un estado de coma farmacológico reversible, gracias a la depresión de la actividad cortical tras mantener hiperpolarizada la membrana plasmática neuronal.
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